Aventura y Conflicto
Durante los ciclos narrativos, el sistema despliega múltiples mecanismos de generación de contenido: desde misiones emergentes, hasta encargos directos de entidades institucionales y tramas que escalan de forma autónoma; incluso las corporaciones de otros jugadores pueden emitir contratos, encargos específicos o solicitudes de intervención.
Desde eventos públicamente patrocinados hasta operaciones encubiertas, choques tácticos o intervenciones no autorizadas, cada rumor perseguido o contacto en un puerto espacial puede convertirse —literalmente— en un portal a la aventura.
Los jugadores se arriesgan a perder tripulaciones —o flotas enteras— a cambio de grandes, aunque inciertas, recompensas.
El fracaso no es inocuo: la reputación de una corporación que falla en sus cometidos puede verse severamente dañada, especialmente si el encargo proviene de entidades de alto nivel. A mayor prestigio del patrocinador, mayor recompensa… pero también mayores consecuencias.
Militares, nobles, políticos y organizaciones criminales: ninguno ve con buenos ojos la indiscreción, el fracaso reiterado o la oposición directa a sus intereses.
Cada acción del jugador tiene un doble impacto: afecta tanto a su gestión interna y relaciones corporativas —Lealtades, Instituciones, alianzas— como a los adversarios naturales de esas Políticas.
Una corporación alineada con el Tercer Imperio puede operar con ventajas en su territorio... pero enfrentará vetos, sanciones y escrutinio en espacio Solomani; los Dos Mil Mundos tienen prohibido operar en la Federación, pero una miríada de comerciantes independientes trafican con ambos bandos...
Tomar partido en un conflicto interestelar puede resultar catastrófico para una corporación, especialmente si escoge el bando equivocado.
Las batallas espaciales o en superficie tienen costes elevados, en vidas, armamento y municiones; la logística del despliegue consume recursos a escala: a veces ni la victoria resulta rentable y la opción sensata es frenar la escalada.
El éxito, sin embargo, implica promoción, fama y riqueza —nuevos adversarios y enemigos resentidos.
Pocas civilizaciones tienen memoria holística: las sociedades de los mundos pierden rápidamente el contexto de los hechos, las noticias se diluyen en el ruido cotidiano y, al final, todo —éxitos y fracasos— cae en el olvido.
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