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El Salto permite a las naves moverse entre estrellas a través de un ámbito hiperdimensional, cubriendo entre 1 y 6 parsecs en aproximadamente una semana.

Este sistema no consume hidrógeno como combustible directo, sino como masa de reacción plasmática. Esta masa alimenta el proceso de acumulación energética necesario para generar un campo mínimo de taquiones, activado mediante la malla de lantano del casco.

En el punto crítico de energía, el campo de taquiones se polariza en un vector tridimensional, generando un ámbito de hiperespacio direccionado.

Durante el tránsito, la nave permanece completamente aislada del espacio real: no puede comunicarse, recibir señales ni ser localizada por medios externos. Sin embargo, el instante inicial del salto deja una firma detectable: la polarización taquiónica puede ser registrada por sensores especializados, revelando dirección y magnitud del vector.

¿Por qué una semana?

La duración del salto —unas 168 horas estándar— es independiente de la distancia recorrida.

Esto se debe a que la velocidad hiperespacial no depende de la energía del impulso, sino de las propiedades armónicas del navío.

Teóricamente, un desplazamiento instantáneo sería posible mediante taquiones en régimen de masa imaginaria infinita.

Sin embargo, esta condición rompe la coherencia energética del espacio real, provocando inestabilidades críticas como micro-reacciones de materia-antimateria y colapsos armónicos, con consecuencias potencialmente catastróficas.

Para evitarlo, el impulsor de salto mantiene una relación controlada entre masa real e imaginaria.

En este equilibrio, el lantano juega un papel clave: sus propiedades permiten estabilizar la frecuencia de resonancia del campo de salto.

Calibrar un impulsor de salto es como afinar un instrumento musical: ligeras variaciones en la modulación de la malla de lantano afectan la precisión, eficiencia y seguridad del tránsito.

El ámbito hiperespacial generado tiene propiedades fijas, determinadas por el equilibrio entre la masa del navío y la resonancia armónica estructural de la malla de lantano.

Los taquiones inducidos fuerzan al navío a entrar en este dominio, donde no existen velocidades relativas ni distancias reales.

El tiempo percibido del tránsito —168 horas— resulta de la acumulación de capas armónicas resonantes y sus periodos naturales de disipación.

Independientemente de la magnitud del vector de salto (es decir, la distancia), las resonancias taquiónicas se disipan a un ritmo constante.

La velocidad efectiva del desplazamiento hiperespacial varía con la magnitud del salto, pero la duración total del tránsito permanece constante para todo salto completo.

Limitaciones

El salto interestelar no puede ejecutarse cerca de pozos gravitatorios o fuentes electromagnéticas intensas.

Lo mismo aplica al destino: el punto de reentrada debe estar libre de perturbaciones gravitatorias significativas.

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