En teoría de juegos, el individualismo colaborativo se refiere a modelos donde actores racionales, persiguiendo objetivos propios, reconocen que ciertas formas de coordinación táctica pueden mejorar sus resultados inmediatos.
No implica disolución de intereses ni compromiso a largo plazo, sino alineamientos parciales dentro de estructuras competitivas.
Estos modelos suelen analizarse mediante juegos mixtos, donde las estrategias óptimas combinan elementos de cooperación y competencia, y mediante juegos de coalición, donde grupos temporales negocian repartos bajo la constante posibilidad de disolución.
Los equilibrios que surgen son frágiles: dependen de que ningún actor perciba beneficios netos en desviarse unilateralmente, y no presuponen confianza, solo cálculo estratégico.
El interés académico en estas estructuras reside en su capacidad para generar configuraciones estables a corto plazo en sistemas multi-agente inestables, permitiendo explorar cómo se articulan acuerdos tácticos sin alterar las tensiones de fondo.
En The Corporate Wars, el individualismo colaborativo define escenarios donde corporaciones, lealtades e instituciones pueden alinear momentáneamente sus acciones para obtener ventajas tácticas.
Estas alianzas no suprimen la competencia subyacente, sino que la modulan: permiten que actores autónomos negocien, coordinen y cooperen en dimensiones específicas, sin perder de vista su propio interés, y siempre bajo la presión estructural del entorno.
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